SÁBADO SANTO: LA AGONÍA DE LA ESPERA

la pieta'

¿Qué escribir de alguien que ha muerto? Es casi como si faltaran las palabras, y el dolor ahondara tanto, al punto de no saber qué pensar ni decir. Así es, un evento tan dramático sólo se logra ver mejor desde la perspectiva del tiempo, pues la muerte nos conmociona… ¿y si se trata de Jesucristo? La fe está presente, pero el sufrimiento de su pasión nadie lo quita; la esperanza vibra en nuestro interior, ¡pero la agonía de la espera quema el corazón!

Los apóstoles huyeron cuando Jesús más los necesitaba, y sólo quedaron ahí Juan y pocas mujeres, entre ellas María, su madre…

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena (Jn 19, 25).

Si la muerte de alguien conocido es dolorosa, ¿qué será la muerte del propio hijo? ¿No habrá resonado en su corazón aquel lejano mensaje del ángel, tan lleno de gozo por el nacimiento de Dios-con-nosotros, pero al mismo tiempo -presagiado por Simeón- como un corazón traspasado por siete espadas? ¿Significaba eso la muerte del Hijo de Dios? Ahora lo estaba viviendo y experimentando en carne propia, sin luz, sin consolación humana, desolada… y ahí la podemos ver esperando contra toda esperanza (Rm 4, 18), consolando a quienes Jesús le entregó como hijos, repitiendo una vez más el hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38).

Hoy es sábado, el segundo día sin Jesús… ¡y la entereza de María es admirable!


← ¿Te gustó? ¡Suscríbete por Em@il para recibir las nuevas publicaciones!

JUEVES SANTO: ¿QUÉ SUCEDIÓ?

Last supper

Después de cantar los himnos en la última cena, Jesús salió con sus apóstoles hacia el monte de los Olivos (Mc 14, 26). La noche del jueves santo es la noche de la pasión divina, el momento en donde Cristo nos declara su amor hasta el extremo (Jn 13, 1). También es, sin embargo, la noche de la traición humana, en donde queda al descubierto el pecado del hombre y la flaqueza de nuestra condición caída… Dos polos opuestos que tienen como referencia el amor: Cristo que muere por amor, y los hombres que piden la muerte del Amor. ¿Qué es más doloroso, morir por amor o ser entregado por quien amas?

Todavía en la cena, Jesucristo pronunció su nuevo mandamiento: «Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Jn 13, 34). ¡El amor de Cristo es incondicional, total, gratuito…! El amor del hombre, en cambio, es frágil, inestable, egoista… Entre sus más allegados se puede ver esto: Pedro negará tres veces conocerlo, los apóstoles huirán a esconderse y dejarán solo a Juan ante la Cruz, Judas lo entregará en manos del pueblo.

¿Qué es lo más fuerte de la traición? ¿Duele igual ser entregado por alguien en quien has confiado y amado locamente, a ser entregado por un extraño? Definitivamente no. La herida cala más hondo cuando pensaste que eras amado, cuando creías que tu amor era correspondido… ¡Ese fue el verdadero dolor de Cristo! ¡Eso es lo que todavía hiere su corazón!

El siguiente video muestra algo de lo sucedido esa noche… Te recomiendo leer primero la traducción y después contemplar parte de lo que experimentaba el corazón de Jesús… A pesar de ser lastimado, ¡nos amó hasta el extremo!

Y tú, ¿estás dispuesto a amarlo igualmente?

Fue herido por nuestras faltas, molido por nuestras culpas; con sus heridas fuimos curados… (Is 53, 5) 700 a.C.

¿Por qué esta noche no es como las otras noches?
¿En dónde está mi Hijo?
El esclavo es liberado de los grilletes del pecado
Al fin ha comenzado
Adonai, muchos me rodean
Adonai, buscan mi vida
Oh, Abba, por favor toma esta copa
No se haga mi voluntad, sino la tuya

Mira que hago todas las cosas nuevas
Corazón de mi corazón, déjame morir contigo
Padre, mi corazón está listo
Soy tu siervo, el Hijo de tu esclava

Escucho tu corazón latir muy cerca
Sé que debes de estar aquí
Cuándo, dónde o cómo te entregaste a ti mismo
Mi alma tiembla de miedo
Abba, mi corazón está listo
La hora ha llegado
Siento los latigazos desgarrar mi carne y lloro
Soy un gusano, no un hombre
Entrego mi sangre por ellos

CORO

Eres derramado como agua sobre el suelo
Difícilmente puedo enjugar la sangre
Debo alcanzarte aunque mi corazón no podrá seguir
Hijo mío, aquí estoy

CORO

Tú caes de nuevo, Hijo mío, y ¿en dónde están mis brazos?
El final está acercándose
Han rasgado tus prendas; arrojado dados por lo que te tejí
Tus fuerzas se han ido
Abba, me estiran
Clavan mis manos y mis pies
Por favor perdónales, no saben lo que hacen
Abba, Abba, no saben, no saben lo que hacen

CORO

He aquí a tu Madre, he aquí a tu Hijo
Aquí sigo de pie
Carne de mi carne y corazón de mi corazón, digo sí una vez más
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Abba, cómo estoy sediento
Termino con todo lo que me has pedido
Estoy en tus manos

CORO

NB. Las letras en cursiva son la voz de Cristo, mientras lo escrito con texto normal es la voz de María.

Música: All things new by Regnum Christi
Footage source: La Pasión de Cristo, dirigida por Mel Gibson, 2004


← ¿Te gustó? ¡Suscríbete por Em@il para recibir las nuevas publicaciones!